martes, 24 de agosto de 2010

El mariachi :)

En un bar de Chicago, se encontraba un mexicano.
Vestía pantalón vaquero y a la cadera, cinto piteado.
Botas de víbora, un paliacate rojo al cuello ajustado,
Cabello negro largo, con un tequila en la mano.

Tenía ojos negros, que dejaban al descubierto su alma.
El color de su piel se asemejaba al de la tierra,
Evidenciando sus raíces, de origen nahua.
Tocaba música ranchera, su bandolón denotaba calma.

Cantaba sin cesar, música de José Alfredo,
Todos le miraban y disfrutaban su canto,
Desaparecía súbito cualquier clase de miedo,
Y de felicidad a todos les provocaba llanto.

Entre todos había alguien al que le parecía hermoso,
La estructura de su cuerpo, el color de su piel,
Más que bello o atractivo, le parecía armonioso.
Su cantar, su forma de mirar, le parecía miel.

Era una fémina que se entusiasmaba
Con tan sólo la idea de tener una vez,
A ese azteca que en ese bar cantaba,
Todas las noches en punto de las diez.

Se imaginaba la excentricidad de su piel desnuda,
Sus manos tocándola por doquier,
Sentir la selva entre sus piernas y quedar muda,
O estar gimiendo hasta el amanecer.

Él sentía la mirada de aquella divina mujer,
la cual le ocasionaba cierto letargo,
El pensar que en sus brazos podría caer,
Lo hacía sudar por un momento largo.

Llegó el final de la actuación esa noche,
Eran ya, alrededor de la una de la mañana.
El músico casi llegaba a abrir su coche
Cuando a él se allegó la trémula americana.




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